El pasado 3 de diciembre, el Pbro. Giovanni Hernández Peñaranda llegó a sus bodas de plata de servicio pastoral a la comunidad.
La Iglesia del Inmaculado Corazón de María se encontraba a reventar, pues muchos feligreses de todas las parroquias en las que el padre ha estado como pastor desde su llegada a Barranquilla, habían arribado muy puntuales para dar lugar a la solemne Eucaristía que merecía la celebración de dos décadas y media de vida sacerdotal.
A las 7pm, sonó la campana, y con cantos de gozo, se dio inicio a esta fiesta con la entrada de los sacerdotes: Pbro. Dimas Acuña, Monseñor Reinaldo Iriarte, Pbro. Emil Espinoza, Pbro. Álvaro García, Pbro. Daniel Cantillo, Pbro. William Díaz, Pbro. William Acosta, Pbro. Julio Fontalvo, Pbro. Carlos García, Pbro. Jorge Díaz, Pbro. Alfonso Gutiérrez, Pbro. Julio Márquez, Pbro. Edgar Llanos, Pbro. Mario Luján, Pbro. Jesús Salgado, Pbro. Manuel Domingo Arteaga, Pbro. Dagoberto Renalds, Monseñor Pablo Emiro Salas Anteliz, seminaristas, monaguillos y el Padre Giovanni, quien estaba revestido de color dorado, justo para la ocasión.
La primera lectura la realizó el único hermano del Padre Giovanni, el Señor Omar Hernández, y seguido a esto, se cantó el Salmo de una manera muy solemne. Después del Evangelio, el Pbro. William Acosta fue el escogido para darle unas palabras especiales y muy sentidas dirigidas al Padre Giovanni, las cuales, también tenían su toque jocoso.
Al final, el homenajeado agradeció a todos los que asistieron a la Eucaristía de agradecimiento por estos 25 años de entrega al Señor Jesús a través del sacramento del sacerdocio.
A esta ceremonia, procedió una cena con excelente ambientación musical en la que hubo brindis a cargo del hermano del Padre Giovanni, también se le dio reconocimiento y entrega de una distinción por parte de la Confederación Nacional Católica de Educación – Conaced y una cena tipo buffet con un menú variado y exquisito.
“Doy gracias a aquel que me revistió de fortaleza, a Cristo Jesús, Señor Nuestro, que me consideró digno de confianza al colocarme en el ministerio” 1 Timoteo 1, 18.